lunes, 5 de septiembre de 2016

ANTIGÜEDADES INSTANTÁNEAS


Cuando las palabras son poco claras, enfocaré con fotografías. Cuando las imágenes se convierten en inadecuadas, estaré satisfecho con el silencio.”
— Ansel Adams


Vivimos en el mismo momento todo el tiempo. Lo único que existe es el presente instante que se mueve, transforma y desenvuelve en el espacio. La noción de pasado y futuro es virtual, un contenido implícito. Para Einstein la separación entre pasado, presente y futuro es una división ilusoria que en realidad conforma una realidad sólida; el momento. La transformación de este movimiento constante del presente en el espacio deja rastros y huellas. Huellas físicas y huellas virtuales, como la imaginación, la noción del tiempo y la memoria, pero se vuelven recuerdos y los recuerdos con el paso del tiempo y el cúmulo de experiencias, se opaca o se pierden por completo.  

Un rastro físico que hemos dejado desde la primera huella humana en una caverna es el Arte. La utilidad del arte es el culto a la vida. Una investigación construida a partir de suposiciones y de explorar e intentar explicar lo que está más allá de nuestro entendimiento. Va mucho más allá de retratar la poesía y la estética íntima en Todo, detrás de su belleza es en sí la documentación, el registro de aquello que constituye la vida, aquello que se percibe, se entiende o pretende entenderse.

Para las primeras civilizaciones la representación con imágenes tenía un significado mucho más profundo en cuanto  a su entendimiento de la naturaleza y el cuerpo, entendían y apreciaban la estética y belleza pero no veían la división entre su cosmogonía y éstas. Percibían la vida y esencia en la imagen representativa del animal que evocaban en la cueva y ésta poseía su esencia. La huella física pretende prevalecer y vencer el movimiento constante del tiempo, aún si su vida material como objeto no sea inmortal y se oxide o desgaste.

la palabra proviene del latín imago; es una representación visual, que manifiesta la apariencia visual de un objeto real o imaginario.

 Lanzamos como anzuelo al exterior aquella fibra o detalle que nos intriga en busca de  vincular emocionalmente con otro individuo y retroalimentar el conocimiento y percepción de realidad, por lo tanto la imagen asume su propio lenguaje. La huella posee información explícita e implícita dotando de vida propia a la imagen, la torna en símbolo. El rito de otorgarle vida a una imagen y evocarla como mágico símbolo con la intención de recibir su magia es tan antiguo como la primera representación en la caverna. Una superstición que hasta la fecha seguimos creyendo, y respetando, las imágenes de papel de santos y vírgenes que algunos llevan consigo en la cartera por ejemplo, se le reza, se le besa o se persigna. La imagen es una representación que lo simboliza, aunque sea una reproducción sencilla del objeto verdadero se vuelve un objeto sagrado.

La pintura es otra aproximación y conservación de una imagen real o imaginaria. Un retrato es la interpretación del pintor del sujeto, la sensibilidad de percibir lo vivo nos permite reproducirla e imitarla, la esencia del retrato tendrá vida propia y nuevamente explora la huella física y la figuración. El pintor interpreta lo contemplado cuya visión individual y su sensibilidad es inseparable de la obra, sin duda alguna es un valor magnífico en la pintura, oportuna a construir su mano única a través de una búsqueda íntima que no sólo lo identificará como artista sino que también es un vínculo d exploración y entendimiento de la realidad. El lenguaje plástico, la experimentación con la materia contiene dramatismo propio y dentro de éstos existen matices de expresión, su especificidad es mucho más terrenal, digamos, su materia prima es completamente orgánica.

Como dijo Octavio Paz, “el arte es la punta del iceberg que es toda civilización hundida”.

La pintura y el dibujo fueron de lo más cercano a la mímesis de la realidad en cuanto a imagen antes de la fotografía. El descubrimiento de la fotografía no es cualquier cosa, al ser parte de las generaciones que nacieron en un momento donde la fotografía es ya parte inseparable de la realidad nos es difícil salir de nuestro contexto y situarnos a principios de siglo XIX, hace 200 años e imaginar la reacción del mundo al enterarse de que una caja podía reproducir la realidad, plasmarla en una imagen congelada en el tiempo a partir de la luz.

Consideremos que nuestra percepción del universo esta delimitado por nuestro conocimiento, en parte la memoria que funciona de antena colectora de muchísima información absorbida del entorno, hemos sobrevivido y evolucionado junto con ella en su expansión. El simple hecho de retener un instante de la realidad es muy complejo y completamente abstracto, se necesita una mente con un nivel de percepción e intuición del entorno muy sensibilizado para llegar a suposiciones como la de que la realidad esta conformada en gran parte por luz, este encuentro disparó muchas más dudas acerca del universo.

Etimología de viene de photos (luz) y graphein (dibujar), dibujar con luz. La luz nos atraviesa, es la responsable de la densificación de la materia, de las sombras y de los colores. Su materia prima es la luz.

A diferencia de la pintura y su lenguaje de materia terrenal y física, la cámara interpreta la realidad de una manera completamente virtual y mágica. Y la misteriosa transformación de la imagen al revelarla en el cuarto oscuro va más allá de lo que podemos explicar, sucede una alquimia antagónica entre la captura de un momento a partir de la luz del espacio y su revelado y captura en un papel a partir de la oscuridad. 

El impacto que tuvo sobre nosotros este descubrimiento debió ser catártico, a tal grado que hoy la fotografía es completamente parte de nuestra cotidianidad y en cuanto a tecnología es increíble lo rápido que ha evolucionado en los últimos 160 años. Los hermanos Lumière en 1895, cincuenta y siete años después del primer daguerrotipo mostraron la primera película en un teatro; muestra la llegada del tren a una estación y personas abordando. El público salió corriendo de la sala pensando que el tren les pasaría encima. El vínculo entre quien observa una fotografía y el mundo surrealista del objeto en sí sigue siendo fascinante, nos podemos dejar de mirarlas.

 Otro  fenómeno que se dio en las primeras exploraciones de la fotografía en 1839 aproximadamente,  fue la fotografía post mortem, que nos completa un poco más la idea de los extraños usos por los que ha pasado en su desarrollo. Se tomaban en daguerrotipos y por su larga exposición se construían estructuras para mantener quietos a los muertos. Se les vestía elegantes y se les arreglaba y maquillaba, a veces los familiares se tomaban fotos con los cuerpos como último retrato familiar montando alguna escena. A los niños se las tomaban con los ojos cerrados en las cunas como si estuvieran durmiendo. Antes de la fotografía en el romanticismo hubo un tipo de retratos llamados memento mori “recuerda que eres mortal”  en los que también se retrataban muertos, pensaban que era algo completamente inevitable y por ende elogiaban a sus difuntos. Un último recuerdo de los dormidos.

Extraño relacionarlo con las culturas menos “civilizadas” como los Huicholes para quienes el poder de la imagen y el símbolo siguen siendo mucho mas latentes en su manera de ver el mundo y el acto de sacarles una fotografía lo interpretan como robarles el alma y atraparla en un objeto. Que no están tan equivocados, en ese fragmento de papel contienes un fragmento de tiempo y espacio.



La manía del coleccionista de fotos. ¿Porque necesitamos conservar estos momentos? En nuestra percepción de la realidad, el movimiento y dirección del tiempo es irreversible, no podemos caminar por el mismo espacio dos veces de la misma manera. Nuestra memoria nos los afirma, pero la memoria no la podemos ver dos veces de la misma manera ni la podemos compartir como imagen desde nuestra vivencia interior más que con palabras. Se desgasta junto con nosotros al paso del tiempo. Ahí la mortalidad del instante, nosotros.  Nos arroja tanta información y carga con tanta belleza el instante que ya se fue, nos deja con la melancolía de recordar aquello que se lleva el tiempo. Es evidente porqué el descubrimiento de la fotografía incitó a coleccionar instantes importantes y bellos. Buscamos así demostrarnos que el tiempo no existe, y que todo sigue siendo.
Susan Sontang en “Sobre la fotografía” se refiere al fotógrafo como el poeta moderno y coleccionista  del presente dedicado al pasado, citando a Baudelaire.

“Todo cuanto la gran ciudad desechó, todo cuanto, perdió, todo cuanto desdeñó, todo cuanto pisoteó, él cataloga y colecciona (…) aparta las cosas, lleva a cabo una selección acertada, se porta como un tacaño con su tesoro y se detiene en los escombros que entre las mandíbulas de la diosa Industria adoptarán la forma de cosas útiles y agradables” .

Hay una analogía muy clara entre la vida y el cine, en ambas se continúa avanzando, se lleva la memoria y se mira en el presente. La película es la sucesión veloz de muchas fotografías que le dan movimiento, la vida es, como dice Borges “una sucesión de momentos indivisibles”, la secuencia sucesiva  de instantes y el tiempo que sigue avanzando. En este caso hay una analogía entre la arquitectura y la fotografía, ambas deslavadas y transformadas por el tiempo mientras más antiguas sus ruinas son más valiosas y nostálgicas. Con el paso del tiempo las fotos nos recuerdan el cambio, creando un abismo entre el recuerdo y el presente. Mirarlas crea puente entre ellos y en verdad ese abismo es encontrarnos de nuevo con la ilusión del pasado.

La memoria no guarda películas, guarda fotografías” Milan Kundera.

Cuando observamos una fotografía establece un puente palpable entre la realidad detenida en el tiempo y nosotros. Atrapado en un papel, el instante transformado en un objeto de fascinación nos incita a mirar el allá “afuera, más allá de nosotros” a través de ella y nos contagia la manía de congelar el tiempo en papel para seguirlo mirando.

Para una memoria evolutiva recolectora de momentos, la fotografía  el ojo con el que lo documentará todo. Comienza su exploración de la realidad con una mirada científica, una extensión capaz de mostrar detalles olvidados o inalcanzables para los ojos. Con la misión de fotografiar toda la información que nos arroja la realidad.


Hubo una división del camino que optó la fotografía con forme se fue explorando; Ambos en esencia siguen siendo lo mismo, un documento o registro de la realidad, aún cuando su objetivo no era serlo la fotografía es tan fascinante que no pasó de largo su contenido estético y poético. Podría dividirse en documento científico y documento artístico pero esta división es muy ambigua ya que entre ambas se despliega una gama interminable de raíces que siguen siendo exploradas y transformadas.

Dentro del mundo de fotógrafos encaminados en capturar su noción de belleza, abstraer y distorsionar la realidad, cazar instantes, coleccionar fenómenos y expresar su pasión por la cámara y compartir su visión lanzada como anzuelo al exterior, así como en la pintura el querer “purificar” y definir qué es la fotografía y qué es realmente digno de fotografiar se ha vuelto una lucha por imponer visiones. No hay una más verdadera que otra, cada fotógrafo cuenta y comparte su realidad. A diferencia de la pintura, en la fotografía no es tan clara o más bien explícita la personalidad y estilo del fotógrafo. Claro que si se le conoce y se sigue su investigación personal podemos ver la diferencia entre una fotografía de Weston y una de Ansel Adams. Pero son  ambas fotografías que se producen así mismas reproduciendo la realidad, la única manera de apropiarte de la realidad es a través de la visión personal hacia ésta, del ojo o perspectiva personal. Por eso la lucha incesante entre fotógrafos de purificar la fotografía como arte y encasillarla en una sola manera de expresarse.



El fotógrafo captura donde se detiene a ver, en donde toma distancia de lo fotografiado  y detrás de la cámara tiene el poder de fijar nuestra mirada en lo que merece la pena mirar y en lo que tenemos derecho a observar. Esculpe y transforma nuestra visión, dignificando lo grotesco, lo violento y doloroso hasta volverse bellos y dignos de ser observados o causar un impacto fuerte y moralista en el espectador. Arturo Pérez-Reverte redactó un excelente libro de llamado “El pintor de batallas” que nos relata del efecto mariposa que se desenlaza de una fotografía tomada por un fotógrafo de guerra y el alcance brutal que tiene una imagen. A parte de que habla de la parte bélica de la fotografía que están muy lejos de ser algo dignamente bello de mirar, pero íntegramente impactante.

Tanto el fotógrafo como el espectador son consumidores de imágenes. Esperan descubrir otro mundo. Sin remplazo incesante de lo nuevo la fotografía anestesia y cae en el tedio. El espectador espera que sus ojos lo engañen, que le muestren algo increíble. Expurgan la realidad señalando una y otra vez “esto es real” en la maniaca repetición e insistencia hasta que finalmente vuelve la realidad surreal.

Al ser un duplicado de la realidad nuestra ingenua lectura de la imagen nos hace creer que es una captura de un momento real, la fotografía justifica al ser un registro y tiene el poder de manipular la realidad. Y el fotógrafo juega con el poder de la cámara, le otorga importancia a ciertos momentos dejando los demás pasar por indiferentes acelerando el tiempo.

El poder que tiene una imagen sobre nosotros hoy en día es masivo, todos tenemos acceso a la cámara y por ende hay una contaminación y saturación de fotografías. Están completamente arraigadas a la vida cotidiana junto con la adicción de documentarlo todo, creando ruido y distorsionando la información y la realidad. Una imagen tiene hoy en día un alcance impresionante de público y al ser fotografía damos por hecho que todas son sucesos reales o que algo parecido sucedió. Se mueve y transforma tan rápido y contiene tanta información que su lectura es más cotidiana que la lectura de un texto. Hay tantas fotografías de el mismo tema tomadas por millones de personas que se vuelven temas homogéneos y banales.


En retrospectiva, corta y acelerada vida que lleva la fotografía, es un maravilloso fenómeno con muchísimo poder sobre nosotros y sobre la realidad. Tiene el poder de distorsionarla, manipular nuestra memoria, manipular el tiempo…
Pero estamos tan acostumbrados a ellas, están tan inculcadas en nuestras costumbres que no somos conscientes del invento que realmente es. Llega a ser aterrador y fascinante a la vez, especialmente vista desde la perspectiva de la maquina como invento que interpreta la realidad, la reconstruye y captura, la congela y retiene el tiempo. Y siempre esta en esa incesante batalla con el tiempo y el espacio, de quien posee a quien la realidad al objeto que la intenta atrapar o el objeto que ya la ha logrado poseer.

Entre las muchas maneras de combatir la nada, una de las mejores es hacer fotografías” Julio Cortazar.





María Dyer



Bibliografías

(Einstein, Albert, Letter to Michele Besso's Family. Ref. Bernstein, Jeremy., A Critic at Large: Besso. The New Yorker (1989), citado en Giorvan, Gevin. Everything Forever)

 (Sontang, Susan. Sobre la Fotografía. Penguin Random House Grupo Editorial, S.A de C.V, 2016 )

(Cartier-Bresson, H 1952. El instante decisivo.)

(Volpi, Jorge. Leer la mente: El cerebro y el arte de la ficción 2011 . Santillana Ediciones Generales, S.A de C.V., 2011)

Filmografías


(Bütler, H (2003). Henri Cartier-bresson: The impassioned Eye. 72 min. USA: Arthouse Films. )

No hay comentarios:

Publicar un comentario