RINCONES EN LOS
RINCONES
En
la ciudad el tiempo es más veloz, todos se mueven en todas direcciones
mezclándose entre el flujo de cotidianeidades y la realidad de nuestro conjunto
de diversidades, lo que sucede entre nosotros, (todos) ,siempre supera la ficción.
Hay una cantidad de personas viviendo tan cerca unas de otras que siempre al
salir de casa nuestros caminos se cruzarán con otros a quienes también
estaremos orbitando en su día.
La
estética que encuentras en los espacios de la ciudad son una mezcla de la
belleza y rareza que representa a un cachito de un universo diverso que crece y
crece. Por ejemplo la costumbre en los negocios que no pertenecen a
franquicias, como las “tienditas”, restaurantes taquerías, estéticas y
ferreterías de poner entre comillas el nombre de su local, ABARROTES “DON LEO”.
Se vuelve un convenio social.
Las
lonas de propaganda a partidos políticos colgadas de enredados postes y
oscurecidas por la lluvia y el tiempo, ciertas intervenciones públicas en la calle
que si se analiza la información que pretenden mostrar, la muestran en las
calles porque es nuestro punto de encuentro. Transitar esos espacios nos hacen
parte de ese flujo que se comunica a través de los lugares que compartimos.
En
cuatro cuadras ya podía visualizar que todas las personas que viven y se mueven por
los mismos rumbos pertenecen cada una a una forma de vida completamente ajena a
la mía, vivimos entre extraños! Es la ciudad una exótica selva.
Al
mismo tiempo las fachadas representan un escudo de privacidad y las rejas la
curiosidad y el misterio. Recorrerlas a
un costado es un caminito en el que experimentas toda clase de olores, cruce de
conversaciones, música, siempre se escucha una estática del ruido que encapsula la cuidad.
Me
salí a caminar por un barrio al que nunca había ido, eran los rumbos de
desconocidos y me disperse entre ellos, fotografié todas las escenas o
elementos que llamaron a mi vista,
espacios escondidos y un poco olvidados por las tardes en que por un rato
mientras se apaga la luz del día, la iluminación de la tarde hace parecer que
es el momento más tranquilo del día. Los edificios viejos pero de mezcolanza
arquitectónica, autos arrumbados, sus banquetas y estacionamientos son parte de
sus fachadas.
La
ciudad es un monstruo de miles de cabezas que ruge pero se mantiene tranquila,
se mueve y acomoda, chisporrotea pero no
se quema, se le descubre y se le huye.
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