LA FOTOGRAFÍA CORROMPIDA
"We have faith in the photograph not only because it works on a physically descriptive level, but in a broader sense because it confirms our sense of omnipresence as well as the validity of the material world."
La velocidad a la que cambian los medios digitales y tecnológicos es consecuencia de la misma sociedad que la empuja a satisfacer nuestras necesidades , comodidades y expectativas de ver y sobrepasar la vida. Es interesante ver como a la fotografía a partir del fenómeno que es, la manera en que decidimos usarla y qué clase de deseos buscamos cumplir a través de ella.
Sigue siendo un medio de poder muy eficiente. Los
fotógrafos, al igual que los artistas en el renacimiento y barroco dependen de
un mecenas. Sólo que ahora el mecenazgo que sustenta a los fotógrafos recae en
los mas grandes medios en los que se mueve la fotografía en el siglo XXI,
periódicos, periodismo y publicidad, mercado de consumo e Internet.
El fotógrafo periodista gana y pierde al trabajar de
manera dependiente de un “mecenas”, tiene pase de acceso mas no libertad de
proponer su visión, se mueve en un juego y flujo de información en el que su
fotografía virgen, (refiriéndome a el archivo original antes de ser modificado
y retocado) , sólo es el primer paso del proceso por el que pasará la imagen.
Pero el compromiso de cumplir con la visión de una encomienda vuelve muda la
voz del fotógrafo. Inclusive antes, con la fotografía análoga se buscaba que el
negativo fuera lo mas exacto y limpio para hacer la menor de modificaciones a
la imagen, ahora es todo lo contrario, la magia viene en la postproducción y el
make up de la fotografía original a la transformada.
A pesar de la fotografía modificada, seguimos
confiando ciegamente, aunque sea un porcentaje mínimo, en la fotografía. Nos
sigue enganchando, y atrapando gracias a la limpieza y pureza de sus
modificaciones, nos dicen “ confía en nosotros, somos profesionales”.
Cuando no tenemos la oportunidad de viajar y vivir la
experiencia de moverse entre otra cultura,
verlo con nuestros propios ojos, se confía en que la impresión que se
nos permite ver de otros lados del mundo es verdadera. Se construye un
prejuicio de los “otros”. Y es esta ingenuidad la que vuelve vulnerables la
intención de la fotografía y el uso que le hemos dado para bien o para mal.
El poder y alcance que tiene hoy en día una
fotografía es masiva. Y en el camino que recorre, pasa de mano en mano,
sumémosle que cada una modificará al menos una parte de la información que la
rodea.
Una fotografía de Bush repartiendo un pavo entre los
soldados americanos en la guerra de Vietnam, muestra la pose del presidente de
los estados unidos supuestamente apoyando y colaborando con ellos, mostrando
una fachada falsa de empatía con los soldados. Y censuran las imágenes
violentas y bélicas de la realidad de estos soldados. Las únicas fotos que
realmente muestran lo que sucede son tomadas con celulares por los soldados,
tanto vietnamitas como americanos y son movidas entre ellos.
El periodismo debería de ser político, porque la
fotografía se vuelve un medio de manipulación de la información, que anula las
opiniones verdaderas de las personas y guía la visión a una absoluta verdad que
realmente fue montada tras un sketch como son las campañas políticas.
La comparación de fotos de sucesos parecidos,
tratando de comunicar que no somos los únicos que vivimos ciertas situaciones
por ejemplo de catástrofes y mostrar cierta empatía eliminando precisamente la
fricción de las opiniones políticas, criticándolas. En Pixel Press , una
plataforma en internet expone dos imágenes; La vulnerabilidad de una fotografía
es también uno de sus mas altos valores que es su apertura a interpretaciones
distintas a partir de distintas maneras de mirar. Cuando una fotografía es
lanzada y difundida su acompañante es un texto que contextualiza a la imagen
pero esa imagen puede ser aislada y utilizada con nueva información diferente a
la original, a demás que se confía ciegamente en que la original sea verídica.
Fred Ritchin menciona un proyecto donde se propone que la imagen contenga en el
archivo para red la información didáctica utilizando las cuatro esquinas de la
fotografía en donde se haga “click” y se expongan los datos de derechos de
autor, contexto de la imagen y dos imágenes más de antes y después de la
principal para evitar lo más posible la deformación de la información.
Para evitar ambigüedades como lo es en el caso de una
fotografía de un general de Vietnam apuntando con un arma a la cien de un
hombre a punto de matarlo. Sin ambas imágenes de antes y después del suceso en
un tiempo inmediato en las que se complementa la información y la narración
pensaríamos que ese hombre es ejecutado, cuando las otras dos imágenes muestran
lo contrario.
Una fotografía colocada a lado de otra provoca una
interacción entre ambas, este vínculo surge, muestra, supone mucha más
información y maneras de leer la imagen como se ha hecho con imágenes de antes
y después. Es un juego con el tiempo que la preservación de un momento permite.
Pueden ser tiempos de periodos largos; años, meses. O pueden ser periodos de
tiempos de minutos o segundos. Esto cambia por completo el dialogo de la imagen
sola y permite una amplia gama de posibilidades en las que se puede jugar con
la información simplemente con un juego y manipulación de la secuencia en el
tiempo.
Fred Ritchin nos muestra que hoy en día la fotografía
es un arma de violencia y herramienta para mentir, simular otra realidad, crear
fachadas, e incitarte en el caso de la mercadotecnia a pertenecer a un mundo al
que se entra a partir de pertenecerle a un producto o encajar en un modelo u
estatus. Cuestiona a las fotografías ganadoras de grandes premios como World
Press Photo que muestran la violencia y el terror de la guerra y el caos del
mundo como palanca para causar impacto, pero sólo muestran, avientan la
información sin cuidado y pocas proponen una retroalimentación de pensamiento
con la intención de buscar la paz.
Si estos fotógrafos no aprovechan la oportunidad de
ser expuestos y no censurados por los medios como es el caso del
fotoperiodismo, nos quedamos únicamente con una fotografía impactante y
descartamos muchos espacios de los que se puede aprovechar. Un ejemplo es un
proyecto en Irak que consistía en darle cámaras desechables a niños para que
por un día fotografiaran su entorno y su cotidianeidad, a parte de que muchas
son excelentes fotografías se comparte una visión poco frecuentada que nos
permite comprender su cultura y sustentada por una fuerte crítica a la impuesta
visión que tenemos de estos países en los que lo primero que resalta al
mencionarlos está, nuevamente, relacionado con la guerra.
El exceso de fotografías son el reflejo del disparo
acelerado de este siglo que apenas comienza con su veloz evolución de tecnología,
ahora de fácil acceso a todo el mundo que quiere decir algo y que sigue
fascinado por la cámara fotográfica. El contenido de ellas es el resultado y
registro de lo que se está gestando en todos lados. Sus valores fantásticos siguen
siendo los mismos, el capturar, registrar y escupir información simbólica. Su
utilidad seguirá modificándose a nuestras necesidades. La cantidad de información
en imágenes que encuentras en internet de el mismo objeto o el mismo tema,
categoría… es una contaminación de información pero también detrás de cada una
de ellas se esconde un origen, un individuo y un motivo. Y todo esto es la imitación
virtual de nuestro mundo, de nuestras creaciones y destrucciones, el relato de
nuestra historia un poco chueca. Una solución para hacer contrapeso y encontrar
equilibro en este ruido de información que se ha vuelto monstruoso es no
perdiendo la mirada bella detrás de la cámara, y no perdiendo su valor estético
como reflejo de la realidad que escogemos vivir, mostrar y transmitir. Como lo
es la fotografía en el arte.
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